martes, 12 de mayo de 2009

HASTA MI FIN Y EL SUYO

HASTA MI FIN Y EL SUYO

- ¿Estás cansado de caminar,

hijo, estás cansado?

- Sí, padre.

Tu noche es larga en el camino

y el corazón se ha fundido

en el suelo de tu noche.

- Todavía eres ligero como un gato.

Sube a mis hombros.

Dentro de poco atravesaremos el último

bosque de terebintos y robles.

Éste es el norte de Galilea.

El Líbano está detrás de nosotros

y todo el cielo es nuestro,

desde Damasco a las bellas murallas

de San Juan de Acre.

- ¿Y después?

- Volveremos a nuestra casa.

- ¿Conoces el camino, hijo?

- Sí, padre:

Un pequeño camino al este del algarrobo

de la calle principal.

Al principio es estrecho por las chumberas,

luego se va ensanchando hasta el pozo

y se asoma al viñedo de Yamil,

el vendedor de tabaco y dulces.

Después se pierde en la era,

antes de enderezarse y sentarse en nuestra casa

con forma de papagayo.

- ¿Conoces la casa, hijo mío?

- La conozco como el camino:

un jazmín rodea una puerta de hierro,

pisadas de luz en la escalera de piedra,

un girasol que contempla lo que hay

detrás del lugar,

abejas domésticas que preparan

el desayuno del abuelo

sobre el plato de junco.

En el patio, un pozo, un sauce y

un caballo.

Y detrás el cercado, un mañana que

hojea nuestros papeles...

- ¿Estás cansado, padre?

Veo sudor en tus ojos.

- Estoy cansado, hijo mío. ¿Me llevarás tú?

- Como tú me has llevado, padre.

Llevaré esta nostalgia

a su comienzo y al mío,

y andaré este camino hasta

mi fin y el suyo.




MAHMUD DARWISH

Traducción del árabe por

María Luisa Prieto


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